Desde que la crisis económica comenzara en
septiembre de 2008 con la caída del banco de inversión Lehman Brothers, las
compañías hipotecarias Fannie Mae y Freddie Mac y la aseguradora AIG, se desencadenó un efecto
dominó por el cual todos los ámbitos de la vida y sociedad mundial se fueron
viendo paulatinamente afectados por los efectos de la recesión global que aún
continúa influyendo en las decisiones de gobiernos, instituciones
transnacionales, organismos económicos, empresas, familias y particulares.
A
esta realidad no es ajeno el mundo del deporte, que ha contemplado cómo muchos
de sus campos se han visto modificados y muchas de sus costumbres alteradas por
la irrupción de la crisis en las economías de los agentes que se
interrelacionan a escala mundial en este sector.
De
esta forma, aspectos como la subida del desempleo a tipos históricos, la
reducción del gasto público y las diferentes medidas aplicadas para combatir la
crisis han tenido, ya sea de manera directa o indirecta, consecuencias en la
realidad deportiva. Estas consecuencias son de muy diferente índole, pero todas
radican en una misma tendencia, el cambio de todo lo que rodea al deporte por
el mandato de la crisis económica.
Uno
de los campos en los que dicha crisis ha tenido un mayor impacto (debido al
gran número de personas y entidades al que afecta) ha sido el de la gestión, ya
sea de clubes deportivos privados o de servicios deportivos prestados por las
instituciones públicas. Este impacto en la gestión deportiva tiene como inmediatas víctimas a todas las
personas que se relacionan de forma directa con el deporte. No obstante,
también amplía su campo de efectos a determinadas personas que si bien no
guardan una relación con el deporte, si ven afectadas sus vidas o hábitos de
comportamiento por la causa enunciada anteriormente.
Por
otra parte, el ciudadano de a pie también afectado por la crisis económica, ve
como sus posibilidades de hacer deporte y participar en competiciones
deportivas a nivel de aficionado se reducen por los gastos y recortes
acometidos por las administraciones en materia deportiva dentro del contexto de
las políticas de austeridad planteadas por los diferentes gobiernos.
En
definitiva, un crisol de circunstancias que configuran un nuevo panorama en el
que la gestión se ve modificada en muchos de sus aspectos para dar lugar a un
nuevo modelo que tiene como principal causante a la crisis económica mundial.
Clubes y deportistas
En este contexto de
crisis, los primeros afectados por la nueva situación económica son los clubes
y los deportistas que los integran, protagonistas absolutos de este mundo y en
torno a los cuales gira gran parte del volumen de facturación derivado de su
actividad. Si se analizan por separado estos dos elementos se pueden percibir
particularidades en cada uno de ellos que ilustran cuál es el nuevo panorama al
que se enfrentan.
En el caso de los clubes
y entidades deportivas, si bien algunos de ellos han ignorado sistemáticamente
todo criterio de prudencia y sensatez, viéndose atrapados en el pozo de las
deudas y las suspensiones de pago, otros han intentado amoldarse a los tiempos
que corren, ajustando en lo posible sus presupuestos y cerrando el grifo del
despilfarro y la ostentación. Por supuesto, también nos encontramos con la otra
cara de la moneda: clubes que en mitad del chaparrón se salen de la dinámica de
austeridad y llevan a cabo acciones que
conllevan un gran desembolso económico o que consolidan su posición en el
mercado desafiando a la coyuntura económica negativa.
Como muchas entidades
deportivas en época de bonanza, el Navalcarnero, club de fútbol de la Tercera
División madrileña, ejecutó mal su gestión deportiva y económica llenando su
plantilla de jugadores con salarios desorbitados, que no se ajustaban a una
categoría tan humilde como esa. El ejemplo de los efectos de esa gestión
errónea es la actual situación del club, último en la tabla y con un plantel
repleto de juveniles, ya que no puede realizar fichajes porque no hay dinero.
Un cambio drástico de gestión que intenta corregir las malas prácticas de
épocas anteriores y que viene provocado por la crisis económica.
Esta situación, con
matices diferentes según el caso concreto, se da en otros clubes de fútbol, uno
de los deportes más afectados por la crisis debido a su vinculación en muchas
ocasiones con el sector de la construcción. Tales panoramas se han visto en dos
equipos más, aunque con diferente desenlace. Por una parte, el CD Carranque de
Toledo ha conseguido mantenerse en Tercera División tras atravesar una difícil
situación por la negativa de su director deportivo a seguir realizando
aportaciones monetarias de su propio bolsillo para mantener la economía del
club. Sin embargo, la otra cara de la moneda se pudo observar en el Sporting
Villanueva, del grupo cuarto de Segunda División B, que a pesar de las acciones
de protesta de sus jugadores por el impago de sus nóminas (llegaron a
encerrarse en su estadio) no consiguió superar su problema y tuvo que abandonar
la competición. Una consecuencia más de los efectos que acarrea una mala
gestión deportiva.
Pero este panorama no
es propio solamente del fútbol sino que se extiende a otros deportes. Tal es el
caso del club de voleibol Playas de Benidorm, que se vio obligado a abandonar
su plaza de la Superliga femenina debido a los retrasos en el pago de las
subvenciones por parte del Ayuntamiento de la localidad alicantina. Esta
circunstancia es una constante en muchos clubes con economías modestas que
dependen de este tipo de subvenciones para poder sobrevivir. Precisamente, se
puede encontrar un ejemplo de esta tendencia en el anteriormente mencionado
Navalcarnero, que tuvo, entre otras razones, al impago de la aportación
municipal como motivo de su declive económico.
Volviendo al caso del
Playas de Benidorm, este equipo alicantino ha visto un halo de esperanza en un
nuevo proyecto, volviendo los ojos a la cantera del club. De este modo están
tratando de superar el duro golpe que les propinó una vez más, la crisis
económica. La actuación de este club es un claro ejemplo de cómo poder
reinventarse ante esta situación.
Como una vía de
ingresos con la que alimentar sus arcas, muchos clubes han tomado la
determinación de que sean los propios socios y los aficionados los que
colaboren para que la marcha económica del equipo se mejore a través de la
subida de los abonos y las entradas. Respecto a este último elemento, el de las
entradas, hay una situación que año tras año se produce en el fútbol modesto
como consecuencia de los emparejamientos de las primeras eliminatorias de Copa
del Rey en las que participan equipos de primera. Es en esas alturas de la
competición cuando los equipos “agraciados” con un cruce con uno de los equipos
estrella (Real Madrid o Barcelona) aprovechan para hacer caja y que la gran
afluencia de público, atraído por ese club de primer nivel, signifique un
ingreso extra de taquillaje debido al exacerbado aumento del precio de las
entradas en estas ocasiones.
Una subida que bien
hace unos años no suponía un golpe extremadamente duro en la economía familiar
de los aficionados, pero que ahora imposibilita a muchos de ellos disfrutar
viendo a su equipo jugar contra estrellas internacionales del fútbol mundial.
Contra este problema
se rebeló el presidente de L´Hospitalet (equipo emparejado en dieciseisavos de
final con el Barça), Miguel García, quien tuvo la iniciativa de establecer
precios populares para las entradas de los socios del club, aquellas personas
que contribuyen económicamente con el equipo pagando cada temporada su cuota
anual, lo que generó una reacción positiva del aficionado, que pudo cumplir el
sueño de ver a estrellas como Messi o Xavi sin tener que realizar un gran
esfuerzo económico. Algo que les hubiera sido imposible en las
actuales circunstancias. De nuevo, un ejemplo más de cómo la gestión deportiva
cambia en tiempos de dificultades y se adapta a las nuevas imposiciones de la
realidad económica.
Todos
los casos anteriores hablan de los problemas que asolan a los clubes deportivos
así como de algunas de las alternativas de gestión que éstos elaboran ante un
nuevo panorama marcado por la crisis económica y totalmente inédito en sus años
de vida. Sin embargo, el alcance de esta escenario de recesión económica es
mayor todavía y cuenta entre sus víctimas a los deportistas que encarnan el
lado más personal de esta problemática.
Natalia
Rodríguez, dedicada al atletismo, es una de esas deportistas que está sufriendo
la crisis. Y como hemos visto en otros casos anteriores la causa principal de
su situación es el impago de la subvención municipal de Tarragona que
imposibilitó a su equipo, el Nástic, pagar su ficha lo que le ha llevado a
integrar las filas de otro club de atletismo, el Nike Running. De esta manera,
la crisis vuelve a influir en el deporte, esta vez provocando el cambio de
equipo de la atleta y afectando a la gestión del Nástic, que se ve obligado a
perder una deportista de gran nivel por no disponer de los recursos necesarios
para sufragar su ficha.
Rodríguez
se sigue dedicando en la actualidad al deporte y representa a todos aquellos
deportistas que tienen dificultades a la hora de poder seguir trabajando en su
actividad. Pero la crisis también golpea a personas ya retiradas de la
actividad deportiva, de las cuales se presupone una capacidad económica
superior a la media de los ciudadanos por todos los ingresos obtenidos de su etapa
en activo.
Como
Perico Fernández, campeón mundial de boxeo del peso superligero en 1974, uno de
los grandes del boxeo español que ahora depende de los demás para subsistir. Un
enfoque mucho más humano que en el resto de las cuestiones tratadas anteriormente
y que tiene como consecuencia que los amigos de Fernández hayan tenido que
organizar una competición benéfica para paliar en cierta medida las
dificultades del boxeador.
En
el ángulo opuesto a todo lo expuesto en líneas anteriores nos encontramos con
clubes y deportistas que no solo no se ven afectados de forma radical por la
crisis sino que crecen económicamente durante el transcurso de la misma.
En
este sentido, y de nuevo tomando como referencia el deporte rey, el fútbol, se
puede observar cómo mientras los equipos más modestos, en el mejor de los
casos, sufren para cuadrar sus cuentas, los clubes más poderosos resisten mucho
mejor los envites de la recesión.
Así
lo demuestra el estudio Football Money League, elaborado por Deloitte, que mide
el crecimiento de los 20 equipos de fútbol con mayor facturación del mundo en
un 3% ya que acumularon unos ingresos de 4.400 millones de euros en la
temporada 2010-2011. En palabras de los responsables del informe, “la masa
social con la que cuenta este deporte, la capacidad de generar importantes
audiencias televisivas y las nuevas vías de financiación procedente de socios
corporativos fortalece la resistencia de los principales clubes de fútbol a la
crisis”. Una visión profesional y analítica que constata la formación de dos
velocidades de progresión por parte de los equipos. Este ejemplo habla del
fútbol, pero es aplicable al resto de deportes y dice mucho de la realidad
deportiva del momento en lo que a la economía se refiere.
Llevando
esta circunstancia al terreno personal, nos encontramos con la figura del
jugador de béisbol dominicano Albert Pujols quien recibirá por parte de Los
Angels doscientos cincuenta millones de euros en diez años. De este modo ha
conseguido situarse entre los tres fichajes deportivos más caros de toda la
historia en Norteamérica. Algo que es todavía más destacable si contemplamos el
contexto de crisis en el que se ha ejecutado dicho fichaje. Este desembolso
puede desembocar en un debate sobre lo ético que puede ser pagar tal cantidad
de dinero por los servicios de un jugador, pero sobre todo indica que aun
sufriendo un periodo de vacas flacas, hay clubes que todavía conservan la
capacidad de pagar grandes sumas de dinero por contar con nuevos jugadores
entre sus filas.
Otra
vertiente de esta temática es la que se refiere a la relación entre los
deportistas y los organismos que regulan sus condiciones laborales. Estas
relaciones, que siempre traen consigo tensiones debido a que cada una de las
partes vela por unos intereses propios, se han visto notablemente dificultadas
por la crisis que extrema las discrepancias entre ambos implicados, ya que las
nuevas condiciones económicas existentes hacen más difícil el mantenimiento del
estatus laboral de los jugadores.
En
ese sentido, y debido a los desacuerdos existentes en torno al salario, los
derechos de imagen o las subvenciones de la Liga de Fútbol Profesional a la
Asociación de Futbolistas Españoles, todavía no se ha firmado un convenio que
regule la relación entre futbolistas y LFP con continuas desavenencias y amagos
de huelga por parte de los primeros lo que se convirtió en realidad en la
primera jornada de la competición. Así la crisis económica llevó a la primera
huelga del fútbol en décadas, con el correspondiente trastorno de calendario
que obligó a cambios sobre la marcha en la gestión de los equipos.
En
resumen, todo un conglomerado de situaciones que tienen el común denominador de
la crisis y que clarifican el cambio por el que están pasando clubes y
deportistas obligados por el nuevo estatus que la recesión ha impuesto a unos y
a otros. Un nuevo panorama que afecta de lleno a la gestión ya que obliga a los
clubes a utilizar sus recursos disponibles, más escasos, de forma diferente a
la de hace varios años para hacer frente a un contexto marcado claramente por
la austeridad y la necesidad de encauzar la gestión por nuevos caminos.
Instituciones y población: otros actores en
la gestión deportiva
Hasta
ahora el análisis ha versado sobre los principales y más visibles afectados en
esta situación de recesión económica. Sin embargo, el conglomerado de actores
que están implicados en la gestión deportiva y sobre los que también influye la
crisis no agota sus límites en ellos.
Por
un lado la población, entendida y formada esta tanto por los aficionados como
por aquellas personas que practican deporte de forma no profesional y por otro
los organismos y asociaciones tanto privadas como públicas, comprenden aquellos
grupos que se ven afectados por la situación económica actual ya sea de forma directa
o indirecta. De una forma u otra las acciones de ambos (población e
instituciones) en materia deportiva no pueden entenderse por separado sino que
sus caminos quedan entremezclados, afectados ambos en distinta medida por los
devastadores efectos de la crisis.
En
este sentido, son muchos los ciudadanos que han visto modificados sus hábitos
deportivos debido a los condicionantes impuestos por la realidad actual. Del
mismo modo, tanto las instituciones directamente relacionadas con el ámbito
deportivo como las diferentes administraciones, han experimentado una serie de
cambios en sus actuaciones en relación a este ámbito. Los recortes y medidas de
austeridad que han aplicado han repercutido de forma directa o indirecta en las
actividades deportivas de los ciudadanos como ya se ha dicho.
De
igual forma que ocurre con los clubes deportivos, instituciones y ciudadanos se
ven obligados a echar mano del ingenio más creativo para, de ese modo, tratar
de sobreponerse a la coyuntura económica negativa cuya sombra oscurece la
realidad de ambos actores.
El Ayuntamiento de Valencia es una de las instituciones
públicas que ha propuesto actuaciones en esta dirección, siempre con el
objetivo de potenciar el deporte popular en tiempos de crisis. Así, ha logrado
configurar un modelo en el que patrocinadores y participantes sean los
encargados de sufragar los gastos derivados, siendo el propio consistorio quien
se limite a facilitar las infraestructuras en las que tengan lugar las
competiciones, con el ahorro que para el mismo esto supone. Es decir, lo que
pasaría a ser una forma barata de ofrecer alternativas deportivas a la
población en una época en la que organizar eventos de estas magnitudes
significa un coste que las administraciones no pueden asumir. De nuevo una forma
más de evitar gastos por una parte y seguir proporcionando facilidades para que
los ciudadanos puedan continuar practicando deporte por otra.
Quizá el
deporte aficionado sea uno de los medios que tiene la población para evadirse
de los problemas económicos aunque nunca deje de estar ajena a ellos. Con esto,
y pesar de que como ya se ha dicho las administraciones e instituciones se ven
obligadas a practicar recortes en este ámbito, en ocasiones no sólo no recortan
sino que aumentan las ofertas deportivas para sus ciudadanos. Este es el caso
del Ayuntamiento de Cuéllar, localidad de Segovia. Los beneficiarios de sus
actuaciones son los más pequeños, escolares que han visto cómo los cursos
subvencionados por el consistorio se han visto ampliados. Un éxito en una
administración que pone de su parte para recortar lo menos posible e incluso
ampliar las inversiones en materia deportiva para uso y disfrute de sus
ciudadanos en estos tiempos difíciles.
Como hemos
visto en las líneas anteriores, los niños son objeto de ciertas iniciativas que
tienen como finalidad el fomento del deporte y su utilización como un elemento
para formarles de acuerdo a una educación equilibrada en valores. A este
respecto hay un problema que subyace y que se enmarca dentro del contexto de
crisis económica: las dificultades que tienen las familias para pagar esas
prácticas deportivas que sirven a sus hijos tanto para ejercitarse como para
recibir otro tipo de educación alternativa a la que se imparte en las escuelas.
Debido a esta problemática, determinados consistorios establecen ciertas
medidas o iniciativas de ayuda para que esos problemas económicos no supongan
obstáculo alguno a los pequeños a la hora de que puedan practicar sus deportes
preferidos. Hay muchas formas de llevar a cabo estas iniciativas, una de ellas
es el acuerdo entre los ayuntamientos o diversas corporaciones (dedicadas al
deporte o no) que permiten el disfrute gratuito del deporte.
Tal es el caso
del Ayuntamiento de San Fernando de Henares, que a través de un convenio con la
Fundación Realmadrid y la empresa CLH, ofrece la posibilidad a un centenar de
niños y niñas de la localidad la práctica del fútbol como parte fundamental de
un proyecto en el que este deporte se concibe como un elemento de integración
entre escolares de diferentes nacionalidades, razas,… Dentro de este programa,
el consistorio sanfernandino cede gratuitamente instalaciones municipales para
la realización de las actividades deportivas, y CLH y la Fundación Realmadrid
se encargan de contribuir con donaciones materiales: dinero por parte de la
empresa y equipaciones y material deportivo por parte de la asociación
vinculada al club merengue.
Como parte de
este proyecto, la mitad de las plazas se reservan para niños y niñas inmigrantes o en riesgo de
exclusión social, que no precisarán pagar la matrícula ni las cuotas mensuales. Esta acción es tan solo un ejemplo de a lo que se han
visto obligados a hacer muchos consistorios en su política de gestión
deportiva, entendida esta como la parcela del poder desde la que se proporciona
a los ciudadanos el uso y disfrute del deporte, que se configura casi como un
servicio para la población. Algo que viene causado, como todo sobre lo que
versa este artículo, por la crisis, que una vez más se convierte en elemento
configurador y modificador de la gestión deportiva en todos sus niveles.
Sin embargo, no todos los casos hablan de consecuencias positivas para la población. El ejemplo más claro de esto puede observarse en India, donde la decisión del gobierno del país de expropiar unas tierras para la construcción del circuito de Fórmula 1 en Nueva Delhi, trajo consigo unos efectos terriblemente negativos para un cierto sector de la población, ya que las personas cuyas tierras fueron expropiadas recibieron por ellas una cantidad bastante inferior a la que debían haber percibido. Además, la transmisión de esas tierras al Estado significó que los anteriores propietarios, todos ellos dedicados a la agricultura, se quedaran sin tierras que cultivar y por consiguiente, sin trabajo.
Esta
acción llevada a cabo por el gobierno indio, que en ningún momento fue
consultada con los propietarios, es uno de los ejemplos de la gestión negativa por parte de los
estados en materia deportiva, ya que supeditó los ingresos económicos procedentes
de la Fórmula 1 (que solo repercutiría en las clases altas, las únicas capaces
de poder invertir en ese mundo) a los intereses de sus ciudadanos. En concreto,
de los miles de aldeanos que se vieron obligados a abandonar sus hogares y a vivir en chabolas y sin trabajo a
escasos metros de un mundo artificial, lleno de lujo y ostentación que nada
tiene que ver con la realidad del país ni de sus habitantes.
Otros impactos sobre la gestión deportiva
Al igual
que a las asociaciones deportivas, la crisis tampoco es ajena al resto de
organizaciones que regulan las competiciones. Estos organismos dependen de la
misma manera de subvenciones y aportaciones realizadas por los diferentes
estados y entidades que agrupan multitud de federaciones deportivas.
Dentro de
este panorama se encuentra la Agencia Mundial Antidopaje (WADA) que debido a la
reducción de ingresos por parte de los estamentos públicos ya se plantea variar
su política de financiación y todo ello debido a los efectos de la crisis
económica mundial. De esta forma, la WADA está estudiando nuevas formas de
financiación dentro de la propia industria deportiva, en lugar de depender de
los gobiernos nacionales y del Comité Olímpico Internacional.
John
Fahey, presidente de la WADA, ya se ha hecho eco de la situación del organismo
que preside “Quizás haya llegado el momento para que la WADA busque más
contribuciones. La industria global del deporte no está falta de dinero, quizás
debería asumir ahora una mayor responsabilidad a la hora de protegerse contra
las drogas y considerar una mayor contribución a la lucha contra ellas”. Por lo
tanto, los organismos reguladores del deporte se convierten también en víctimas
de la crisis y ven como tienen que modificar su gestión deportiva para que ésta
se adapte de acuerdo a las nuevas condiciones impuestas por el contexto de
recesión económica.
Antes
hemos hablado de las federaciones deportivas. Éstas, como uno de los agentes
que llevan a cabo la gestión deportiva, también se ven afectadas por la crisis.
No obstante, a pesar del contexto negativo logran algún que otro acierto y con
su gestión consiguen beneficios para la ciudadanía. Este es el caso de la
Federación Española de Tenis que con la organización de las semifinales de Copa
Davis en Córdoba consiguió un impacto económico de once millones de euros en la
ciudad, lo que supuso un beneficio neto de nueve millones de euros. Una
cantidad que repercutió en los trabajadores de la ciudad y que significó un
soplo de aire fresco en la economía cordobesa. Tal fue el alcance económico de
este evento que incluso los medios de comunicación se vieron afectados de forma
notablemente positiva.
Precisamente,
los medios de comunicación son otro de los sujetos sobre los cuales incide la
crisis. En el caso concreto de la radio, el conflicto que mantiene por las
licencias en los estadios de fútbol con la Liga de Fútbol Profesional (LFP),
que exige el pago de una suma que alcanza varios millones de euros para las
retransmisiones deportivas, ha provocado que por primera vez en muchos años los
tradicionales carruseles deportivos de las tardes de los fines de semana no
hayan podido entrar en los campos de fútbol ni en las ruedas de prensa
posteriores a los partidos.
De esta
situación se han hecho eco las diferentes fuerzas políticas y el mismo
Presidente del Gobierno, quien ha llegado a manifestar “que las radios paguen
por informar es como prohibir que vayan a informar al Congreso”.
Una tendencia con atisbos de continuidad
El
conjunto de las problemáticas observadas en relación a las circunstancias que
rodean a la gestión deportiva en estos tiempos de recesión económica demuestran
como ésta ha tenido que adaptarse e incluso reinventarse de cara a la realidad
actual.
Todos los
estudios y predicciones sobre la situación económica a corto o medio plazo establecen
que la crisis va a continuar asolando todos los ámbitos de la sociedad, entre
ellos obviamente el deporte y su gestión. Por lo tanto, las modificaciones y
diferentes tendencias en lo referente a la gestión que se han observado
anteriormente, previsiblemente se seguirán prolongando en el tiempo debido a
que tanto clubes como deportistas, aficionados e instituciones van a tener que
readaptar sus hábitos de comportamiento a un contexto marcado irremediablemente
por la crisis económica.
De esta
forma, se puede decir que estos cambios en la gestión deportiva que afectan a
diversos campos de la realidad del deporte, son el inicio de una nueva etapa en
todo lo que se relaciona con la gestión, el comienzo de una nueva manera de ejecutar
las políticas de gestión por parte de todos los agentes del mundo del deporte.
Una nueva tendencia que solo está en su
fase inicial y de cuyo desarrollo habrá que estar pendientes para su posterior
análisis.
Sergio de la Cruz Sánchez y Laura García Rodríguez
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