El siguiente artículo tiene como objeto de estudio el conjunto de inmigrantes latinoamericanos residentes en España. A continuación describiremos diferentes aspectos importantes como su composición por género, sus salidas laborales, los motivos por los que emigran de su país de origen, su ubicación en el territorio español, y algunos datos relevantes, para luego hacer una comparativa entre la situación que vivía el inmigrante latino en España antes de la crisis económica y su realidad actual. Será necesario plantear un antes y un después, y para mejor contextualización tomaremos como fecha aproximada del inicio de la crisis económica en España el año 2008, momento en el que saltan las alarmas por la destrucción de un gran número de puestos de trabajo, especialmente aquellos puestos ocupados por los inmigrantes.
Un vistazo a un pasado no muy lejano
La inmigración latinoamericana en España se ha intensificando durante el último cuarto del siglo XX y primer decenio del XXI, favorecida por los lazos históricos, sociales y los convenios bilaterales. Si nos limitamos al último cuarto del siglo XX y en particular al primer decenio del siglo XXI, hay que señalar que España cambia de tendencia migratoria y, en el contexto del creciente volumen de las migraciones internacionales, pasa a ser uno de los países que más población inmigrante recibe y de muy diversas procedencias, aunque con un significativo peso de la procedente de Latinoamérica, que significativamente algunos autores han considerado como la preferida del siglo XXI por parte de la sociedad española.
La corriente migratoria latinoamericana se ha ido forjando e intensificando a lo largo del último cuarto del siglo XX al sumarse al exilio político predominantemente de argentinos, chilenos, venezolanos y cubanos; los emigrantes económicos que, ante los cambios legislativos en Estados Unidos que hacen cada vez más difícil el acceso a este país, deciden intentar la aventura europea con España como foco de atracción pues su despegue económico era evidente, y además por una serie de decisiones políticas que van desde la firma de convenios bilaterales para regular los flujos migratorios con diversos países latinoamericanos, como Colombia, Ecuador, República Dominicana; a las favorables condiciones para la obtención de la nacionalidad española para hijos y nietos de españoles; a las mayores facilidades para la obtención y renovación del permiso de residencia y el acceso a la nacionalidad tras solo dos años de residencia legal, sin olvidar los convenios de doble nacionalidad firmados desde 1958 con la mayor parte de los países latinoamericanos.
Procedencia de la inmigración latinoamericana
En la inmigración latinoamericana están representados prácticamente la totalidad de los países de América Latina, aunque con un peso y unas características desiguales, fruto de las circunstancias socioeconómicas y políticas por las que los mismos han atravesado en distintas fechas.
En efecto, al claro predominio al comienzo de los noventa de las personas procedentes de Argentina, mayoritariamente hombres, Chile y Venezuela, países de los que emigraron durante el último cuarto del siglo un importante número de profesionales de diversos niveles ante las condiciones sociopolíticas, se fueron añadiendo en la última década del siglo XX los procedentes de Perú y República Dominicana, predominantemente mujeres atraídas por las posibilidades de empleo en el servicio doméstico, y posteriormente, tras la firma en 2001 de los correspondientes convenios, se incrementa considerablemente la llegada de ecuatorianos y colombianos que son las dos nacionalidades mayoritarias.
Como señalan algunos autores, si a comienzos de los años noventa dominaban los inmigrantes latinoamericanos procedentes de Argentina, Chile y Uruguay, que representaban más de un tercio del total, a partir de la primera década de este siglo son los procedentes de Ecuador y Colombia los dominantes.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que las cifras de los países de procedencia de la inmigración están sometidas a vaivenes por múltiples causas que van desde la obtención de la nacionalidad, y a la cambiante situación política y económica de los países de origen. Con todo, es innegable el notable incremento de la población latinoamericana en España a comienzos del siglo XXI, pues tan solo entre2001 y 2005 sus efectivos se han multiplicado en un 250%, y se calculó, en 2008, que el 70% de los inmigrantes latinoamericanos ha llegado en los últimos cinco años.
Por otra parte, y de cara a la inserción de esta población en el mercado laboral, hay que tener en cuenta su situación jurídica que, hasta el proceso de regularización de 2005, se caracterizaba por los elevados índices de irregularidad. Excluyendo a quienes obtuvieron la nacionalidad española, a comienzos de dicho año más del 50% de los latinoamericanos residentes en España se encontraban en situación de irregularidad.
Ahora bien, los inmigrantes latinoamericanos se beneficiaron de la concesión de permisos de residencia en la regularización de 2005 por las causas ya señaladas, lo que junto a los acuerdos con diversos países que dan prioridad en las contrataciones a las personas procedentes de los mismos, ha incrementado notablemente el peso de la población latinoamericana regularizada y que cuenta, por tanto, con los correspondientes permisos de residencia y trabajo.
Estructura por género y edad
Tradicionalmente se ha considerado que la inmigración latinoamericana residente en España se caracterizaba por su feminización y su juventud, diferenciándose por la primera de estas características del resto de la inmigración que es predominantemente masculina. Sin embargo, la tendencia desde finales del pasado siglo ha sido a la disminución del peso de las mujeres, pues si bien su llegada no ha cesado de aumentar, lo ha hecho en menor medida que la de los hombres. Las reagrupaciones familiares realizadas por las mujeres que habían emigrado en fecha más temprana, y la demanda de mano de obra masculina por parte del mercado laboral español, son algunos de los hechos que están en la base de estos cambios.
Respecto a la estructura por edad, la población latinoamericana inmigrante sigue las mismas pautas que tradicionalmente han caracterizado a la inmigración: predominio de población adulta joven, es decir, tanto en edad laboral como de procrear.
Hay una suave tendencia al rejuvenecimiento de la población latinoamericana con tarjeta de residencia debido en parte, a las reagrupaciones familiares que han tenido lugar en los últimos años, que manifiestan la voluntad de afianzar los núcleos familiares y de permanecer en España.
Distribución de la población latinoamericana en España
La población latinoamericana está presente en todas las comunidades y ciudades autónomas españolas, aunque con desigual intensidad, siguiendo así las mismas pautas que toda la población inmigrante que lógicamente busca las mayores posibilidades de ofertas de trabajo que hasta la actual crisis han estado en la construcción, hostelería y restauración, servicios personales y agricultura.
El 75% de la población latinoamericana reside en seis comunidades que de mayor a menor porcentaje son Madrid, Cataluña, Comunidad Valenciana, Andalucía, Canarias y Murcia, que es, además, la única región en la que predominan los hombres, tal vez por la demanda en la agricultura. Por otra parte, solo en Madrid y Cataluña (especialmente en Barcelona) reside el 45.41% de los latinoamericanos, en consonancia con la importancia de la construcción y los servicios en ambas comunidades. Aunque la actual crisis está potenciando la movilidad que en líneas generales tiende a ser más alta en la población inmigrante latinoamericana.
La inserción en el mercado laboral
El deseo de incorporación al mercado de trabajo español es señalado como el principal motivo a la hora de iniciar un proyecto migratorio por parte de la población de origen latinoamericano afincada en España. Más aún, incluso cuando las motivaciones migratorias son otras (tales como el anhelo de estar con la persona amada, la búsqueda de libertad, la esperanza de poner fin a situaciones de violencia doméstica, el apetito de aventura, etc.), el acceso al empleo constituye una de las dos principales vías –junto con la reunificación familiar– de entrada regular y de obtención y renovación de los necesarios permisos para residir legalmente en España, así como el medio fundamental para obtener los necesarios recursos económicos para subsistir
Se puede afirmar que los inmigrantes latinoamericanos ocuparon mayoritariamente en España empleos poco cualificados dentro del servicio doméstico, la hostelería y el sector informal.
Los inmigrantes que comenzaron a venir a España en la década de los ochenta procedentes de Argentina, Chile y Colombia, entre otros países, ocuparon principalmente puestos de trabajo cualificados como técnicos y profesionales, aunque también como pequeños empresarios.
Sin embargo, en los últimos años en el mercado laboral español ha ido en aumento el número de empleos de baja cualificación, muchos de carácter temporal, algunos con precarias condiciones laborales y bajos salarios, en el sector servicios.
La población ocupada latinoamericana se incluye mayoritariamente en el sector servicios, especialmente en el comercio, la hostelería y el servicio doméstico. Pero también destacan dos sectores que dentro de la población española tienen un peso muy inferior: la agricultura y la construcción. Por el contrario, en la industria se ocupa un número relativamente bajo de latinoamericanos. El sector servicios es el único que está claramente feminizado. La población masculina es dominante en el resto, aunque su peso no es desdeñable en el sector servicios.
La población inmigrante latinoamericana, especialmente las mujeres, se concentra en ocupaciones de baja cualificación, largas jornadas laborales que a veces incluyen los fines de semana, mala remuneración y escaso prestigio. Ahora bien, esta situación no se corresponde con su nivel educativo, pues según la Encuesta de Regularización del 2007, más de la mitad de los inmigrantes latinoamericanos en España tenía estudios secundarios y uno de cada cinco un título de educación superior
La hostelería no sólo constituye uno de los principales yacimientos de empleo para los inmigrantes latinoamericanos, sino que también contribuye a su visibilidad e integración en nuestro país. Según los datos aportados por la Encuesta de Inmigración realizada por el INE en 2007, casi la mitad (47%) de los trabajadores extranjeros en el sector de la hostelería, y que llevan más de tres años de residencia en España, son de origen latinoamericano. La importancia de la hostelería como salida laboral para el inmigrante latinoamericano se debe a que es un sector que no exige excesiva cualificación, salvo para los empleos más especializados o para los locales de lujo. En muchos casos no se requiere experiencia previa. Este sector implica duras condiciones laborales y bajos salarios que, hasta la actual crisis, lo han hecho poco atractivo para la población autóctona. Por otra parte, en el caso de los latinoamericanos (salvo los brasileños), la facilidad del idioma los coloca en posición ventajosa sobre otros colectivos de inmigrantes para emplearse en este sector.
Los emprendedores
La inmensa mayoría de la población latinoamericana trabaja por cuenta ajena (96%) frente al reducido 4% que lo hace adscrita al régimen de autónomos. Entre quienes trabajan por cuenta propia se recoge una mayor presencia de población argentina o mexicana. La iniciativa empresarial latinoamericana, cuyo primer paso muchas veces es el trabajo por cuenta propia, es una manifestación del deseo de permanencia en España y de ascenso en el mercado laboral; supone además una contribución en la generación de riqueza y empleo del país.
La mayoría de los emprendedores latinoamericanos han llegado a España en la década de los noventa, si bien hay algunos que lo hicieron anteriormente. Primero tuvieron que conseguir legalizar su situación y después el dinero que les permita costear la apertura de un negocio, trabajando como empleados y solicitando créditos bancarios.
Las preferencias en los emprendimientos de los autónomos latinoamericanos se concentran en el comercio al por menor, la hostelería y los servicios personales, especialmente locutorios y envío de dinero, peluquerías, centros de belleza y gestorías. En el caso del comercio destacan las tiendas de alimentación. En un principio los dominicanos fueron los más emprendedores de estos negocios. Posteriormente han entrado con fuerza en el comercio de alimentación, peruanos y ecuatorianos, especializándose en tiendas de frutas y verduras. Se orientan, por un lado, a los gustos de sus compatriotas, importando productos tropicales, pero sin olvidar otros productos de consumo típicamente españoles, de cara a la clientela autóctona. Otro de los negocios preferidos por los autónomos extranjeros es el de los restaurantes, cafeterías y bares, sector en el que hay más variedad de nacionalidades. También son importantes pero menos visibles, pues no suelen tener locales comerciales, las empresas de reformas y las de mudanzas, en estas últimas hay muchos varones procedentes de Ecuador, Colombia y Perú.
Argentinos y chilenos, aunque también uruguayos, venezolanos, colombianos y mexicanos, tienen una actividad empresarial más diversificada, al poseer en buena parte una formación universitaria. De forma que han creado pequeños negocios autónomos, más relacionados con su preparación y experiencia laboral en sus países de origen, tales como clínicas dentales, gabinetes de psicología, clínicas de estética y asesorías jurídicas.
Políticas de inmigración
Con motivo en el cambio de las corrientes migratorias que tuvo lugar en España en los años 80 se estableció la primera regulación del derecho de extranjería mediante la Ley Orgánica 7/1985, de 1 de Julio sobre derechos y libertades de los extranjeros en España. Esta Ley se elaboró meses antes de la incorporación de España a la UE, cuando los flujos de inmigración no eran todavía demasiados grandes, en comparación con países como Alemania, Francia, y Bélgica, pero España decidió elaborarla con unas condiciones muy restrictivas respecto al establecimiento de la población inmigrante en España, pues pensó que esto podría ser un lacre en su próximo ingreso en la UE, al poder convertirse en un país de paso hacia esos países para los inmigrantes. Esta Ley estableció unos criterios de entrada en España prácticamente imposibles de alcanzar, los permisos de trabajo y residencia eran de corta duración y casi inexistentes, no se preveía la reagrupación familiar, se recortaban algunos derechos fundamentales y se negaba a veces a los inmigrantes las prestaciones sociales que les correspondían por sus cotizaciones. La persecución policial y el riesgo a ser expulsado del país era una constante en la vida de los inmigrantes.
Tras el reconocimiento de que esta Ley no se ajustaba a los criterios establecidos en el marco comunitario, y además no conseguía los fines pretendidos, ya que España se había convertido en tierra de inmigrantes, y eso, no iba a cambiar con una Ley de extranjería tan restrictiva, se decidió hacer una reforma de la misma. De este modo surge la Ley Orgánica 4/2000 de 11 de enero, sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social. Esta nueva Ley dio un giro completo a la 7/1985, ya que en ella se incluían objetivos tales como la integración laboral de los inmigrantes en España, o la equiparación de derechos entre los españoles y los extranjeros. Se pretendió la regularización de los inmigrantes que ya estaban establecidos en España, y la creación de unos cupos anuales de inmigrantes de forma que se pudieran integrar en España y pudieran acceder más fácilmente al mercado de trabajo. También se iba a posibilitar el ejercicio de un derecho fundamental hasta entonces totalmente inviable en España para los inmigrantes, como es el de la reagrupación familiar.
Desde su entrada en vigor hasta que aparece la Ley 2/2009 de reforma de la ley de extranjería, fue modificada cuatro veces en nueve años, lo que lleva a pensar que el fenómeno migratorio pasó a ser una prioridad en la agenda de los partidos políticos, en la actividad judicial y en las instituciones en general.
La ley 2/2009 supuso un endurecimiento de la normativa existente, especialmente respecto de las infracciones y sanciones. No respetaba la individualidad de las personas ni su dignidad, señalando a la persona migrante como un permanente delincuente potencial y mera mano de obra desechable, en función del ciclo económico.
En líneas generales los cambios en la legislación de extranjería incorporó medidas que colisionan con derechos humanos tan básicos como libertad, igualdad, libre circulación, intimidad familiar, o los derechos de menores. Aparecieron restricciones en el derecho de agrupación familiar, se aumentó el tiempo de reclusión en los Centros de Internamiento, y se endurecieron las condiciones de acceso a la justicia gratuita. Todas estas medidas se vieron ratificadas en el 2011 en el Nuevo Reglamento para la Ley de Extranjería que entró en vigor el 30 junio del mismo año.
La crisis económica también llevó al gobierno a plantear medidas como la del Plan de retorno voluntario buscando así que los extranjeros sin trabajo regresen a sus países de origen en espera a que las cosas mejoren y la demanda de trabajo aumente, para ello el sistema se propone reconocer los años de trabajos con contrato realizados en España. De esta forma si el inmigrante decide regresar a España no perderá los años de cotización. Aunque la ley pone como condición que deberá esperar tres años para volver. De los veinte países que se pueden acoger a este plan, once son latinoamericanos, lo cual es una sutil invitación a marcharse del país.
Los efectos de la crisis en la inmigración
Como cabía esperar, la inmigración no ha sido inmune a la recesión. Lo que parece claro es que la década prodigiosa de la inmigración en España ha terminado, y que la formidable crisis iniciada en el verano de 2007 va a suponer una divisoria de aguas, un punto de inflexión, en la historia de España como país de inmigración.
Aunque la crisis financiera, y después económica, comenzó a mediados de 2007, sus efectos sobre la inmigración en España no se hicieron patentes hasta bastantes meses después, con la importante, aunque parcial, excepción del aumento del desempleo en el sector de la construcción.
Era previsible que la crisis económica, por su indudable impacto sobre la demanda de trabajo y el desempleo, redujera los flujos de entrada de inmigrantes, seguramente en medida considerable, y que estimulara los retornos, en medida incierta aunque seguramente limitada. Que las vías para el acceso de inmigrantes al mercado de trabajo se estrecharan, que aumentara la politización de la cuestión migratoria y se agudizara la confrontación en torno a ella, y que las actitudes ciudadanas hacia la inmigración se tornaran más hoscas. De confirmarse esas previsiones, la crisis supondría un nítido punto de inflexión en la evolución del fenómeno inmigratorio en España.
El aumento del desempleo, se hizo visible en fecha temprana, en cuanto la crisis sacudió el sector de la construcción, uno de los que más empleo directo e indirecto creaba en España, tanto para trabajadores autóctonos como para los venidos de fuera. Para el tercer trimestre de 2008, según datos de la Encuesta de Población Activa, el número de inmigrantes desempleados había ya aumentado en 623.000, un incremento del 64% sobre el año anterior, alcanzando la ya preocupante cota del 17%. Desde entonces, la tasa de desempleo de los inmigrantes ha seguido creciendo a mayor ritmo que la de los españoles, a su vez la más abultada de Europa.
Seguridad social: El número de extranjeros afiliados a ella empezó a descender significativamente desde octubre 2008. Las autorizaciones a extranjeros se redujeron en cerca de 50.000 en 2008, lo que confirma a la vez la desaceleración del crecimiento, inferior a la esperable.
Autorización por reagrupación familiar: Se otorgaron 33.000 autorizaciones menos, aunque no está claro en qué medida se debió a una disminución de las solicitudes y en cuál al aumento de las denegaciones.
Remesas a los familiares en los países de origen: Al menos hasta la actual crisis, un inmigrante latinoamericano enviaba de media a su país unos 3 000 euros al año, que suponen en torno al 15% de sus ingresos (Banco Interamericano de Desarrollo, 2009) beneficiando aproximadamente a ocho millones de personas, especialmente en Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia, constituyendo el principal motor del crecimiento económico de muchos países latinoamericanos. Los datos recientes registran un descenso sustancioso del envío de dinero de los inmigrantes a sus familiares.
El ritmo de entradas al país: Se mantuvieron elevados a pesar de la intensidad de la crisis y del notable incremento del paro. Ello sugiere que la disminución de los flujos no comenzó hasta finales del 2008. A pesar de que fue menor, fue considerada desproporcionada para la intensidad de la crisis.
El ritmo de salidas del país: Desde el 2008, según los datos de los dos programas oficiales de apoyo para el retorno de inmigrantes a su país de origen, se acogieron 1.800 personas en el primer año, y las cifras han ido en aumento hasta contabilizar en el 2010 un aproximado de 10.000 inmigrantes.
Al margen de los programas oficiales, otras fuentes que revelan el aumento considerable del número de inmigrantes que retornan a su país, son las asociaciones ecuatorianas que dan cuenta de una multiplicidad de peticiones de información y ayudas para regresar. Las causas de retorno que mencionan, son el aumento del paro, la disminución de oportunidades laborales y la acumulación de deudas.
Aparte del desempleo, los efectos sociales de la crisis sobre la población inmigrada son aún mal conocidos, a salvo de informaciones que aluden a una creciente incidencia de la exclusión social y un marcado aumento de la demanda de asistencia social, y a crecientes dificultades para hacer frente a las hipotecas que cientos de miles de inmigrantes consiguieron en los años de bajas tasas de interés y mínima exigencia de garantías. Un informe de la Relatora Especial de las Naciones Unidas por el Derecho a la Vivienda, Raquel Rolnik, cifraba en nada menos que 180.000 el número de familias latinoamericanas en riesgo de perder sus hipotecas en España. Numerosas familias inmigrantes se han visto obligadas a alquilar sus viviendas a terceros e irse a vivir de realquilados, o hacerlo en la propia vivienda, lo que supone un retroceso en las trayectorias de progreso residencial. Otras estrategias de adaptación a las nuevas circunstancias incluyen el retorno al país de origen de algunos miembros de la familia, generalmente cónyuge o hijos, mientras otro u otros permanecen en España. También se narran casos de personas que van y vienen mientras perciben la prestación por desempleo.
Parece que algo ha cambiado en las políticas de inmigración…
A lo largo de 2008 fue tomando cuerpo la idea de que el gobierno había modificado significativamente su política de inmigración, en una dirección restrictiva. Los primeros indicios de cambio procedieron de algunas declaraciones e iniciativas del entonces nuevo ministro de Trabajo e Inmigración, que parecían poner de manifiesto una orientación diferente de la que había prevalecido en los cuatro años precedentes. Algunos medios de comunicación utilizaron metáforas contundentes, como que el gobierno iba a cerrar la puerta a los trabajadores extranjeros, o que daba un portazo a la inmigración. Entre las declaraciones del nuevo ministro que dieron pie a la idea de que su nombramiento entrañaba un giro restrictivo en las políticas, algunas aludían a la necesidad de reducir la contratación de inmigrantes en los países de origen para adecuarla al estado de la economía. Especial revuelo produjo la afirmación, en el mes de septiembre de 2008, de que tal contratación se aproximaría a cero.
«Mientras aquí tengamos albañiles magrebíes, ecuatorianos o españoles en paro no tiene
sentido ir a buscar más albañiles a Rabat o a Quito» (LaVanguardia, 8 de septiembre de 2008).
Otras declaraciones controvertidas del titular de Trabajo e Inmigración se refirieron a la conveniencia de recortar el alcance de la reagrupación familiar. En una comparecencia en el Senado, Celestino Corbacho lanzó la idea de que la reagrupación familiar “debe tener sus propias limitaciones” y sugirió que el gobierno debía elevar las exigencias de vivienda e ingresos del reagrupante, para asegurar que la reagrupación se produce en condiciones dignas. Una iniciativa que contribuyó a alimentar las sospechas de giro restrictivo fue el Plan de Retorno Voluntario (formalmente Plan de abono anticipado de prestación a extranjeros).
El Plan está dirigido a inmigrantes parados de países no pertenecientes a la Unión Europea que tengan convenios de seguridad social con España, una veintena, en su mayoría latinoamericanos.
Datos recientes
El número total de “parados”, según un informe del INE (Instituto Nacional de Estadística), que mide el dato de las personas sin trabajo registradas en sus oficinas, es hoy de 4.420.462 desocupados. Este e uno de los métodos que utiliza España cada mes para contabilizar la desocupación. El otro es una Encuesta de Población Activa (EPA) que se realiza cada tres meses y que registró cerca de 5 millones de personas sin trabajo (21%) en el último trimestre del año 2011,que acaba de terminar.
El desempleo, según la encuesta de los registrados en las oficinas públicas, se incrementó en 310.168 personas o un 7,55%. Estos datos confirman lo que auguran algunas agencias internacionales y expertos: en 2012, el peor castigo social que la crisis ha desencadenado sobre España, la desocupación, continuará subiendo.
Es por eso que se acelera el éxodo de trabajadores latinos, especialmente ecuatorianos, colombianos, peruanos, argentinos y cubanos.
En sólo el primer trimestre del año 2011 se fueron 3.234 ecuatorianos. Los colombianos que regresaron son 1.751 y sumaron 1.511 los peruanos. Entre los argentinos la reducción fue de 3,88% por ciento, es decir alrededor de 2.000. No todas las diásporas muestran esa tendencia, por ejemplo la comunidad boliviana aumentó en 11,83% y la paraguaya un poco más, 12,74%.
Las medidas de recortes y austeridad que adoptó el gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a partir de mayo pasado, han precipitado más todavía la caída en picado del consumo y las inversiones. Para 2012, el nuevo gobierno del Partido Popular adoptará medidas similares que no pueden sino aumentar el daño, aunque sea en una primera etapa.
Esta coyuntura se agravara porque la situación de los socios europeos también va a peor, excepto en el caso de Alemania. Los extranjeros que no tienen trabajo aumentaron a un total de 625.429. Los más perjudicados por esta situación son los menores de 25 años cuyo número de desocupados, que estaba en el 45% volvió a subir.
Los sectores más golpeados son los empleados que ya no reciben ningún subsidio y las 1.400.000 familias en donde ninguno de sus integrantes está en condiciones de trabajar.
Los empresarios han disminuido las contrataciones, además de por la caída del consumo, porque las grandes tensiones en los mercados especialmente contra los países de la zona euro, los desaniman a tomar más riesgo y prefieren esperar a las medidas que adopte el nuevo gobierno.
Mariano Rajoy, el líder del Partido Popular y triunfador en las elecciones generales, asumió su puesto de presidente del gobierno a finales de diciembre del año pasado, y las medidas que ya viene anunciando siguen siendo de recortes y austeridad con mayor costo social.
Resumen y conclusiones
Durante los años de la bonanza económica, se presentó un discurso común para justificar la presencia de la población inmigrante dentro del cuerpo de la nación española. Tanto el gobierno socialista, como las organizaciones no gubernamentales y las principales figuras de los foros académicos especializados, apelaban a una estrategia casi única para prevenir una reacción ciudadana desmedida en contra de esa alteridad encarnada por el inmigrante y, al mismo tiempo, para demostrar el valor de esta población. La inmigración, se decía, es un componente fundamental de la economía española; gracias a esos abnegados trabajadores inmigrantes que ocupan los puestos de trabajo despreciados por la mano de obra local es posible que la vendimia siga funcionando; son los inmigrantes los que cuidan de los ancianos y se ocupan de las labores domésticas.
Se aseguraba que los inmigrantes estaban haciendo rejuvenecer la población, reproduciendo una aletargada demografía local, cotizando a la seguridad social y asegurando el pago futuro de las pensiones. En pocas palabras, la inmigración es buena porque es económicamente útil. El inmigrante es bueno porque trabaja. Eso explica en parte ese relativo consenso en torno a la necesidad de gestionar y regular la inmigración y los flujos de personas desde el punto de vista del mercado de trabajo.
Las cifras demográficas y económicas avalaban este discurso. Entre 1994 y 2006 la población de la Unión Europea creció en 19 millones de personas, de las cuales 15 millones eran inmigrantes. España es un país en donde esta tendencia es especialmente importante pues la inmigración es diez veces mayor que el crecimiento natural del país. Se calcula que en España, sin inmigración, el Producto Interior Bruto (PIB) per cápita habría caído un 0,6% entre los años 1995 y 2005, mientras que gracias a los inmigrantes ha aumentado en cerca del 2,6%.
Con la fuerte crisis económica que en estos momentos atraviesa España, este discurso pierde fortaleza. Desde el 2008 la situación económica ha ido de mal en peor, y ya empieza a surtir efecto en la opinión ciudadana frente al inmigrante.
Las representaciones del inmigrante desempleado, del extranjero delincuente, así como las acusaciones en torno a que los inmigrantes colapsan los servicios de urgencia y monopolizan las ayudas sociales, empiezan a aparecer con más fuerza en los discursos de los partidos de derecha, en los nacionalismos, en algunos medios de comunicación y en la propia ciudadanía.
Opinión personal
Creo que en un primer momento se pensó en el inmigrante con un fin utilitario. Los gobiernos que apostaron por abrir las puertas al inmigrante con el fin de cubrir puestos de trabajos, vendieron España como un lugar lleno de oportunidades y ventajas para el recién llegado. España ofrecía cientos y cientos de puestos de trabajo en los sectores menos demandados por los españoles, una visa de trabajo que con las leyes existentes en esos momentos en poco tiempo se convertiría en residencia permanente y finalmente la ansiada nacionalidad, que además te abría las puertas del resto de Europa.
No me parece mal que un país decida quién entra y quién no, si debe tener estudios o no, o si debe ser científico o no. Desde un principio, España delineó el perfil de inmigrante que demandaba, gente para trabajos que no requerían ningún tipo de estudio, sólo querían cubrir puestos en restauración, cuidado de ancianos y niños, construcción etc. Por ejemplo hace tres años, entrar a un Burger King era como entrar a otro país, en muchos casos sólo los encargados eran de nacionalidad española. Me pregunto por qué eso era así. ¿Es que acaso en época de bonanza unos se daban el lujo de rechazar los trabajos reciclados para inmigrantes? ¿No debió el gobierno estimular mejor a las empresas en vez de ir a buscar trabajadores al otro continente?
¿Se analizó en su momento que la llegada de uno se multiplicaría por cuatro o cinco, entre reagrupaciones familiares, invitaciones de turismo sin retorno e hijos nuevos nacidos ya en España?
Como inmigrante también, me surgen más preguntas, y me indigna constatar, que los gobiernos no asuman con respeto y responsabilidad las consecuencias de sus políticas tomadas. Si antes recibieron con los brazos abiertoal inmigrante ¿por qué ahora hay que echarles, endureciendo la ley de inmigración y además culparles en parte de la crisis económica? Me parece que nos estamos enfocando en las consecuencias y los impulsores de esas políticas poco pensadas, se están lavando las manos sin asumir errores y solucionándolos de manera arbitraria.
Con respecto a la crisis económica, mantengo una opinión distinta a las compartidas en clase. España como muchos otros países está pasando por momentos difíciles económicamente, pero no son los únicos. Mucha gente ha perdido su casa, no tienen trabajo, no tienen qué comer, han perdido las ayudas sociales, no tienen nada, pero no son los únicos. Si por unos instantes dejáramos de vernos el ombligo y girásemos la cabeza, descubriremos que hay países que llevan medio siglo en crisis, gente que nunca ha tenido una casa, estados que no ofrecen ayudas, y países donde ni siquiera hay un estado. La crisis tiene cosas positivas, la gente se reconoce más como seres humanos y no como meros agentes económicos. No es malo saber o vivir lo que significa tener menos porque aprendes a valorar lo que tienes. Oigo más a menudo decir a mis compañeros que quieren emigrar, que quieren salir de España porque no ven un futuro prometedor. Se invertirán los papeles, y Latinoamérica podría recibir en los próximos años a gente preparada, con ganas de salir adelante, con grandes proyectos en mente etc. Seguramente las nuevas generaciones sabrán lo que es sentirse inmigrante, entenderán más esa situación y juzgarán menos.
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