Gervasio Deferr, dos veces campeón olímpico de salto de potro, ha mostrado su compromiso con la sociedad y con el deporte, con la creación de un gimnasio en La Mina (barrio marginal de Barcelona), en el que ayuda de forma desinteresada, a proporcionar un futuro a los chicos de la calle, niños que no obedecen a sus padre, que no van a la escuela, que conviven con la violencia del barrio, y que coquetean con las drogas.
Este gimnasio ayuda a los chavales a centrarse en el deporte, a tener algo por lo que luchar, y por otra parte a sentirse importantes, arropados, a darse cuenta de que hay gente que piensa en ellos. El deporte les ayuda a sobreponerse a su situación social.
Deferr es uno de esos deportistas íntegros, de cultura deportiva, que ha vivido por el deporte, al cual ha dedicado toda su vida, y el cual le ha dado todos sus éxitos personales. Ahora tras su retirada, ha encontrado en la competición un nuevo aliciente de superación, el de la formación, el de la educación.
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